martes, 10 de diciembre de 2013

EL HÍGADO LLENO DE PIEDRITAS


 
Escribe Dianeth Pérez

Vivo desde hace 10 años en los Países Bajos. Según el organismo Transparencia Internacional, este país ocupa el lugar número 8 en cuanto a honestidad. México, el país donde nací, el 106. Una posición demasiado favorecedora comparado con la realidad.


Recuerdo hace tiempo una nota en un periódico holandés relatando un caso de corrupción de una alcaldesa por utilizar la compañía de taxis de su hijo. En otro caso, describían como sancionaban a un político por usar el vehículo oficial para uso personal. Yo no pude más que pensar que eso en México apenas habría sido calificado como corrupción. Crecimos en la cultura de las “palancas”, los favores, el poder que justifica todos los actos. La cuestión no es si se cometen actos de corrupción o no; el problema es que no nos termina de quedar claro qué es un acto de corrupción. Al menos eso es lo que quiero pensar, porque si a final de cuentas sí lo sabemos y lo hacemos de cualquier modo, tenemos un sistema de valores podrido del que nos será muy difícil salir.

El presidente de México aprueba la homologación del IVA en la frontera y saca adelante una reforma energética de dudosa ventaja para el país, mientras a menor escala, el alcalde mi ciudad natal, Mexicali, nombra a su amasia su secretaria particular y a toda velocidad se saca de la manga el cobro del impuesto al alumbrado público, que por supuesto no mencionó en sus discursos como candidato.

El malestar en las redes sociales por la actuación de los políticos de todos los niveles, indica el peligroso nivel de insatisfacción que estamos alcanzando. Creo que el pecado de México siempre ha sido el conformismo; el “ya ni modo”; palo dado ni Dios lo quita. Pero ahora México está despertando de su aletargamiento: se inconforma, protesta, se ampara y hace marchas. No los mismos de siempre y por los mismos motivos, sino gente común que estrena quejarse en público y en plural. Una señal de esperanza.

Algunas versiones pronostican un levantamiento contra el gobierno; otras aseguran que el presidente no terminará su sexenio. Yo no sé si terminarán convirtiéndose en realidad, pero nada me alegraría más que México despertara y se sacudiera a quienes lo han traicionado, han incumplido sus promesas y lo han vendido al mejor postor. Ya estuvo bueno de vivir bajo la Ley de Herodes: “o te chingas, o te jodes”. De agachar la cabeza y aguantarlo todo. Ya es hora de vivir en un México que castigue la corrupción. Ya es hora de participar, de interesarse, de señalar. El ahora está en nuestras manos, y el futuro, en los valores que enseñemos a nuestros hijos.

Dianeth Pérez Arreola (México) es egresada del Máster en Comunicación Periodística, Institucional y Empresarial. Licenciada en Ciencias de la Comunicaciónpor la Universidad Autónoma de Baja California, actualmente vive y desempeña su actividad en Leiden (PaísesBajos).